Esto es lo que encontré en la descripción de la mayoría de perfiles de Bumble (una app de citas, algo más “seria” que Tinder, se supone. En estos mundos tinderinos o similiares, poner esta palabra es como escribir en un papel mojado: la tinta se diluye. Pero lo explico, una de las normas a cumplir es no subir fotos en ropa interior, qué queréis que os diga, cuando vas por el enésimo chico con el calzoncillo marcando lo evidente, o sin él –de verdad, nos hemos vuelto locos– cansa un poco el tema).
Elegí esta app por evitar contemplar genitales ajenos, qué triste todo. Pero me apetecía conocer a alguien.
“Se busca chica para Netflix y mantita”, a priori es una frase con su toque de gracia si es que se queda en eso, pero con la experiencia que viví, me di cuenta de que el asunto podía llegar a ser serio.
Conocí a C., un tipo que, sobre el papel, pintaba bien. “Parece normal”, decían mis amigas.
Juro que temo esta frase, cuanto más normal parece alguien que conocemos (normal es la mejor cualidad que resaltamos en el otro a día de hoy, ese es nuestro baremo), peor todo, es matemático.
Nos conocimos, primero de manera virtual y, tras dos meses llamándonos por teléfono (otro hecho de persona “normal” bastante anormal que hace que te sientas incluso en una pseudo relación a la antigua usanza, donde la gente no tira únicamente de stickers obscenos o emojis para transmitir sus emociones) nos vimos en 3D.
Seguía pareciendo normal.
Pero, como digo yo, “a la gente se la conoce en persona”, por eso quise comprobar ciertas teorías de soltera con tarita que ya ha cumplido los treinta, in situ. Ya sabéis, aquello que pasa cuando algo no te huele del todo bien, pero no es peste evidente.
Es curioso, por un lado, reconozco que no tengo mucha fe en conocer a alguien con quien tener algo especial y duradero. Por otro, sí que albergo un hilito de esperanza, exactamente igual que cuando apuesto al premio de la lotería de Navidad.
Ahí está el punto, creo que si te tomas este tipo de experiencias desde la curiosidad con la idea de que tienes muy pocas probabilidades de ganar, pero puede ser algo divertido, es bastante sano.
C. reunía un montón de cualidades que a día de hoy sigo pensando que son de admirar, pero vi también en él un ejemplo clarísimo de que esa frase graciosa de descripción en la mayoría de perfiles, cobraba vida y era más grave de lo que pensaba.
Me explico: después de tres meses, me vi en un sofá viendo encadenadamente películas de Vin Diesel en versión original con un señor que no solo no se interesaba por mis gustos cinematográficos, sino que jugaba al ajedrez online mientras los tiros sonaban de fondo y no sabía, siquiera, cómo se llamaba mi madre.
Este fue el motivo por el que decidí dejar de conocerle. No las películas de acción en inglés (que también), sino que C. quería una novia, a secas.
Alguien con quien acurrucarse en el sofá los domingos y que no diera más ruido que la televisión.
Yo me había hecho un mapa de su vida: desde los nombres de sus padres, llegué a saber toda su historia laboral, pasado amoroso y hasta qué especialidad escogió su cuñada al terminar la carrera.
Es decir, durante tres meses, sí, este chico me llamaba, pero con la única intención de tener a alguien al otro lado a quien contarle su vida.
Jamás las preguntas venían de vuelta. Ni un sencillo: “¿y tú?”
Le daba igual que ese sofá estuviese ocupado por mí o por la vecina del quinto, no os recomiendo sentir algo así. Es como si el otro tuviera unas gafas absolutamente empañadas y tú para él fueras un punto borroso sin identidad.
No le culpo, yo cometí el mismo error una vez. Elegí desde la carencia y la soledad, y eso no es elegir: es tapar goteras.
Ese (mi) error duró más de tres años. Debo decir que fue la peor relación que tuve porque partí mal desde la base.
Y, es que, como le digo muchas veces a Lucía (adjunto prueba, porque ella todo se lo apunta): yo quiero sentir cosas, quiero ver y que me vean: no ser un bulto que alivie los vacíos de otro ser humano.
Y llegar hasta este punto, ha sido más complicado que llegar vivo hasta el final de la película, como Vin Diesel.
No pienso volver atrás.
Es que, si no haces cosas, no te pasan cosas.
Ya hemos tenido amebas, ya no queremos más amebas, vida, gracias.
TQM
Hola Marichu, espero que estés bien. Ya he probado esas apps y no recomiendo ninguna... cualquier una que intente copiar tinder será basura. Es casi imposible conocer alguien minimamente interesante en ellas. Hace poco tiempo he probado una con concepto distincto y más interesante, pero con mucho menos usuarios - se llama SLOWLY https://slowly.app/es/... no es perfecta, claro, ya que en menos de 1 més me aburri LOL.
Para mi, es muchisimo más facil conocer alguien interesante online através de una buena red social (e.g, bluesky social - COMING SOON) o app de blogging que por una app de citas - y creo que eso no cambiará pronto.
Suerte y un abrazo desde Portugal 😊.